miércoles, 20 de noviembre de 2013

Comenzó a medianoche

Hola, hoy tengo ganas de daros una sorpresa, la nueva novela de la saga se llamará Comenzó a Medianoche. Y como adelanto a todos los seguidores de esta saga, os dejo el primer capitulo.
Espero que os guste, y ante todo, que os enganche ;)

Comenzó a Medianoche

Saga Dioses Temporales II

 El regalo.

Abrí la ventana, una brisa caliente de verano me saludó al instante. Caminé hacia mi armario, abriéndolo y sacando, sin ganas, el vestido que debía ponerme. El atuendo de montar, estaba postrado en el diván, tentativo hacia mí.
Mis manos avanzaron solas hacia los encajes azules de uno de los trajes, de suave seda combinada con algodón, con un escote que dejarían a la vista para echar imaginación a más de un pervertido en la fiesta que habían organizado para esta noche mi familia.
Salí de la habitación, sacando antes el atavío del ropero y colocándolo sobre la cama; Marisa se encargaría de darle el visto bueno y elegir los complementos, era buena en ello.
Bajé las escaleras despacio, había sentido el timbre de la puerta; era extraño recibir visitas aún, ya que la fiesta no comenzaría hasta las nueve de la noche y el reloj marcaba claramente las siete.
Oí los pasos de Teo, nuestro mayordomo, dirigiéndose a la puerta para abrirla.
- Señor, señora.- oí.- Bienvenidos, es un placer volver a verles.
Bajé unos peldaños aprisa, picada por la curiosidad de saber quiénes eran.
- Hola, Teo. La casa está preciosa.
- Señora Airós, - vi como Teo se inclinaba hacia mi abuela.- es un placer tenerla aquí y oír de su boca un cumplido semejante.- desde luego, el mayordomo sabía cómo hacer la pelota a sus jefes. Mi abuela, Jimena, sonrió tímidamente.- Señor Airós…
- Tranquilo, Teo. Tan solo manda a que recojan nuestro equipaje, vamos a quedarnos unos días.
El abuelo Klaus, con sus rizos dorados, de rostro raramente menos arrugado que el de la abuela; alzó su mirada hacia mí. Sus labios finos se ensancharon en una sonrisa, sus ojos azules grisáceos, brillaron.
Mi abuela siguió su mirada, mientras que Teo, salía afuera, a buscar lo mandado y traerlo con ayuda de alguien.
- Hola, querida.- me saludó la anciana y bella mujer, la cual, tenía una bonita mirada del color de la miel, con cara en forma de corazón, herencia que yo había tomado, además de su boca perfecta y pequeña.
Terminé de bajar, acercándome despacio, dejando caer el vestido ligero de muselina, que llevaba de tirantes.
- Hola abuela, abuelo.- los saludé.- ¿De veras van a quedarse un tiempo?
Ellos sonrieron intercambiando una mirada cómplice antes de asentir.
Sonreí con ellos abrazándoles.
- Cómo has crecido, querida, déjame verte.- me habló la abuela Jimena.
La dejé que me observara, me levantase el rostro por el mentón y me diera su aprobación.
- Estás preciosa.- dijo dulce.
- Sí, que lo está, Jimena, nuestra única y pequeña nieta, ya es una mujer adulta.- reí, el abuelo Klaus conmigo.- Es cierto, ¿verdad? ¿No habrás pensado que nos hemos olvidado de tu cumpleaños?
- ¡¡Abuelo!!- exclamé al ver que sacaba una cajita envuelta desde atrás de su espalda, entregándomela.- No tenías porqué traerme nada.
La acogí emocionada.
- Ay, mi niña.- habló Jimena.- No digas eso, eres nuestro más preciado tesoro.
- Ábrelo.- me ordenó mi abuelo.
Desenvolví la cajita; unos pasos se aproximaban, los reconocí como los de mi madre, así que seguí concentrada en mi regalo, que ya estaba destapando. Mi boca se quedó en una “o” al ver el contenido.
- Nunca había visto un reloj así.- hablé sorprendida.- Es precioso.
- Se coloca en la muñeca, querida.- me dijo la abuela.- Tiene un cierre especial, de modo que no se te caerá nunca al no ser que aprietes fuertemente sobre el candado. Es un nuevo sistema.
- Pero parece un reloj antiguo.- comenté.
Y era cierto, pues tenía su tapa dorada, el fondo era blanco, tenía tres agujas: una marcaba la hora, otra los minutos, y la que quedaba, los segundos. Las agujas principales, tenían en su punta una especie de gema azul. Sobre el fondo, un dibujo, que parecía un dragón mordiéndose la cola, y rodeaba el centro desde donde salían las agujas.
- Bueno… es una mezcla.- me contestó mi abuelo en un tono desinteresado.
Lo miré sospechosa, ¿acaso me ocultaba algo?
- Papá,- la voz de mi madre me hizo ponerme derecha, la educación en aquella casa era así, por lo menos, delante de ella.- no te esperaba tan pronto.- mis ojos la siguieron extrañada por sus palabras.- ¿De veras vais a quedaros unos días?
- No podíamos perdernos la fiesta del equinoccio, suele ser muy importante en esta época. Bonito vestido, Clarissa. ¿Y Aarón?
- Debe estar aún… quiero decir, ha salido para acabar unas cosas.- respondió mi madre mirándome de reojo.
¿Unas cosas? Creía que mi padre estaba en su despacho, y en ningún momento lo había visto salir.
- ¡Vaya!- habló Jimena.- No me digas que esas cosas se han complicado.
- Mejor hablamos en la salita, madre.- le dijo Clarissa echándome un vistazo.
- Veo que no te has fijado bien, hija.- sonó severa la voz de mi abuelo.- Ella ya está preparada, acabo de regalarle su reloj.
Mi madre me observó entonces más detenidamente, posando sus ojos en el reloj de pulsera tan extraño que me habían regalado. Me alzó la muñeca, con su rostro pálido, negando con la cabeza.
- Ah, no;- miró a mi abuelo sin soltarme.- dime que no va a suceder.
- Es su momento.- le dijo firmemente.
Me soltó observándome de frente.
- María…
- ¿Qué, madre?- contesté automáticamente.
Ella suspiró fuertemente. Se volvió hacia sus padres.
- Pero hoy es el equinoccio, y aún no se ha resuelto ese asunto.
- Ella le pondrá fin.- le contestó Klaus.
Aquellas medias conversaciones eran tan extrañas que no sabía que pensar.
- ¿A qué le pondré fin?
- Sube y cámbiate, cariño.- me dijo mi madre en un tono preocupado sin perder de vista a mi abuelo.
- Mamá, no quiero bajar a esa fiesta.- logré decirle.- No tengo intenciones de casarme, no aún.
Mi madre suspiró nuevamente, cansada. Vi por el rabillo del ojo como mis abuelos sonreían.
- No pienso discutir de nuevo ese tema, María.- me respondió y fijó su vista en mí seria.- Al menos esta noche, intentaré que te quedes aquí conmigo. Bajarás a la fiesta, jovencita. Ya es hora de que encuentres tu esposo; en estos años que vivimos, muchas señoritas se han desposado a los 16.
- Sólo acabo de cumplir 18.- me defendí.- Aún no es tarde. No digo que tenga que llegar el día en que me vea casada y con hijos; pero no ahora, mamá. Quiero salir de este pueblo, ver mundo.
- María, sube a tu habitación.- me dijo fríamente.
Subí las escaleras de malhumor. No sabía porqué me había hablado mi madre de ese modo; nunca hasta el momento había salido de casa y vuelto tarde. Visitaba a mis amigas en ciertos horarios de visita constituidos por mis padres. Horarios…
Entré enfadada en mi cuarto, cerrando de buenas maneras para no causar más estropicios de los que ya tenía que aguantar, pues tan solo me faltaba otro sermón por educación.
No lo pensé más. Tomé el tentativo atuendo de montar, me desnudé rápidamente y me lo coloqué, me recogí el pelo en una larga trenza; calcé mis botas y abrí el balcón, dispuesta a salir por la escalerilla que mis padres habían nombrado de incendios, y que nuestra casa, era la única que tenía algo tan inusual. Gracias a ello, podía salir libremente sin tener que dar la pista de que no estaba en casa. Quizás mi padre también la utilizara, pensé.
Salté la poca altura que me quedaba hasta el suelo, me escondí vigilante, vi a Teo pasar con equipaje, le ayudaba Andrew, el mayordomo de mis abuelos. Esperé a que pasasen y salí rápida hacia los establos. Necesitaba pensar, pensar y alejarme.
No tardé en llegar a mi objetivo; tomé la montura del armario, un relincho conocido para mí, me saludó antes de que me girase hacia él. Sonreí volviéndome.
- Hola, Runner.- llamé a mi caballo, un nuevo relincho en contestación.- Vamos a salir un rato.- le dije.
Coloqué su montura y salí presurosa. Luisa me sorprendió entonces.
- ¿Adónde va, señorita?- me preguntó sorprendida al verme.
- Sólo a dar un paseo.- le contesté sin vacilar.
Luisa me evaluó detenidamente.
- Señorita, no es la hora del paseo. De hecho, debería estar preparándose para la fiesta.
- Han venido los abuelos.- le contesté montando sobre Runner.- La fiesta se retrasará.
- Señorita, por favor. Ya sé que no le agradan las fiestas, pero esta es importante, es la inauguración del equinoccio.
- No intentes convencerme, no voy a elegir marido, no voy a casarme.- la contradije y tiré de las riendas.
- ¡María! ¡María!
No hice caso a su llamada, Runner galopaba respondiendo a mis órdenes.
- ¡María, vuelve acá!- oí lejano.
- De eso nada, no pienso ir a esa fiestecita de la casa.- contesté, más para mí, que para que Luisa, el ama de llaves, me oyera.
Runner, corrió, tanto como le pidieron mis propios pensamientos, conmigo encima. Miré hacia atrás, ya lejos de la mansión, sin ganas de volver hasta que amaneciera. Ni el abuelo Klaus ni la abuela Jimena, vendrían a buscarme de tan ocupados como estarían hablando de sus últimos sucesos; y menos aún, mis propios padres, atareados en sus quehaceres.
Paré el galope, haciendo que Runner trotase suave. No sabía cuántos minutos había pasado galopando en su lomo, pero estaba anocheciendo, y la fiesta que iban a inaugurar, duraría hasta bien entrada la madrugada.
Divisé el lago, haciéndome saber como de lejos estaba de casa; suspiré, ¿cuánto más tiempo mis padres seguirían buscándome un marido? Yo solo quería salir de aquella casa, de aquél pueblo y viajar, no quedarme como un jarrón de porcelana china, atascada en un hogar para cuidar de mi maridito, tener niños, coser y esperar a hacerme vieja sentada en una mecedora.
Lo extraño era que habían venido los abuelos. Volví a suspirar, Runner paró alzando la cabeza. Bajé de él, dejándome apoyar sobre su lado, acariciando su frente, de un color grisáceo y blanco, al igual que todo su cuerpo, en manchas irregulares.
- Diantres…- dije en voz alta.- quizás debiera volver, tan sólo por los abuelos.- observé su regalo prendido en mi muñeca.- Es realmente extraño…
Mi caballo relinchó suavemente como contestándome. Sonreí.
- Sí, quizás aún pueda escaparme después, en cuanto intenten emparejarme con ese niñato que se cree con derecho a todo por ser hijo del alcalde… - comenté olvidando el reloj.- ¿cuándo se dará cuenta, el muy estúpido, de que lo detesto?- agaché la cabeza sacudiéndola.- ¿Qué habrá visto en mí? Será que no hay chicas en el pueblo, caray.- repliqué.
- Así que… el hijo del alcalde es un estúpido y lo detestas.- dijo una voz varonil cercana.
Runner se volvió conmigo, mirando fijamente al hombre que estaba sentado sobre una rama de uno de los árboles que rodeaban al lago. Vestía con una camisa blanca, remangada hasta el codo y desabrochada por los dos primeros botones, dejando al descubierto un buen formado pectoral y fuertes brazos; la prenda, estaba metida sobre un pantalón largo de montar, con sus botas negras camperas. Su rostro era inusual al que estaba acostumbrada, sus facciones eran muy varoniles, de ojos chocolateados, labios perfectos y rostro de una estatua griega. Lo miré reaccionando ante su escrutadora  y profunda mirada.
- Sí, lo es.- le confirmé.- ¿Tienes algún problema con ello?- le pregunté desafiante al desconocido.
Sus ojos me envolvieron de alguna manera misteriosa, mientras de un salto, caía al suelo y se acercaba a mí sin siquiera parpadear. No me moví, ni siquiera Runner lo hizo.
- Interesante…- comentó y sonrió.- No, no tengo ningún problema si tú no lo tienes.
Enarqué una ceja.
- ¿Qué quieres decir con si yo no lo tengo? ¿Acaso nos conocemos?
- Por supuesto, soy tu guardaespaldas.
No pude evitar reírme. Tomé las riendas para guiar a mi caballo en camino de vuelta a casa.
- ¿De veras?- le dije burlona.
- Por supuesto.- insistió firme.- Llevo siguiéndote mucho tiempo.
- Ya.- le contesté irónica. Monté con facilidad a Runner, me volví un segundo hacia él.- Creo que es la primera vez que tratan de coquetear conmigo diciendo tal cosa.
- ¿Coquetear contigo? – preguntó extrañado ante mis razonamientos.
- Sí, y veo que hacerte el aludido se te da bien. Debes ser bueno como actor.- le dí la espalda.- Lo siento, debo volver a esa dichosa fiesta de la que no quiero saber nada.
- Te veré allí, ya no voy a esconderme.
Giré mi cabeza sorprendida por esa frase, además de por su atrayente voz.
- ¿Has estado escondiéndote?
- Se supone que debía seguirte de lejos;- se puso frente a mí, acarició a Runner que ronroneó como un gatito ante su tacto. Me percaté entonces de que mi propio caballo le conocía. Lo observé sorprendida ante la conclusión.- ya es hora de hacerlo de cerca. Has crecido y te has hecho una mujer.
- Para tu falta de entendimiento, soy una mujer.- le rectifiqué.
Él rió, le dio unas palmaditas a Runner y me miró.
- No lo dudo.- contestó.
Nos quedamos fijos el uno en el otro. Mi corazón latió aprisa, dándome cuenta del aire de misterio que envolvía al singular personaje.
- Ni siquiera sé tu nombre.- le hablé desafiante.- No creo que sea cierto lo que dices de ser mi guardaespaldas.
- Soy Lyon.- respondió de inmediato.- Y soy tu guardaespaldas, María Denises.
Me quedé absorta ante su respuesta; ¿sería verdad que había estado observándome durante tiempo?
- ¡María! ¡Señorita María!- oímos lejano, con cascos de caballos detrás.
Reaccioné, Lyon me dejó espacio.
- Ve,- me habló.- están buscándote.
- ¿Seguro que te veré esta noche?
Sonrió, cruzó sus brazos mirándome de nuevo.
- Estaré ahí.
- ¡¡Iah!!- tiré de las riendas, comenzando a correr de regreso a la casa.
Eché un vistazo hacia atrás. Lyon había desaparecido.
- ¡Señorita, señorita…! ¡Su padre me va a matar si vuelve a salir corriendo de esta manera! ¡Tengo que vestirla!- me habló desde su caballo.
- Calma, Luisa.- le dije guiando a Runner, algo sumisa en mi encuentro con Lyon.- Subiré en cuanto deje a Runner en el establo.
- Confío en que lo haga, señorita, aún tengo que peinar esa larga melena que se ha trenzado, y alisarla.
Suspiré hondamente.
- Estaré en mi habitación en menos de diez minutos, en cuanto lleguemos.- le confirmé.
- De acuerdo, señorita, yo subiré detrás de usted, no vaya a escaparse de nuevo.
El ama de llaves me siguió de cerca; apenas me di cuenta de que ya estábamos en casa. Luisa se alejó, y yo lo hice con Runner hacia los establos.
Por primera vez, en mucho tiempo, me di prisa en dejar a mi caballo; correr hacia casa y subir a la habitación. El vestido y sus accesorios estaban colocados en orden sobre la cama dosel; una bañera, con su escalón preparado, me esperaba; Luisa se acercó tras de mí para ayudarme a desvestirme.
- Ha sido usted muy rápida, señorita. ¿Será que está animada por la visita de sus abuelos y estaba en verdad nerviosa por ellos?- concluyó.
No, no era por la visita, de eso estaba segura, sino por comprobar si realmente aquel singular personaje que acababa de conocer, iba a estar allí.
- ¿Señorita? ¿Se encuentra bien? Se le enfría el agua.
Reaccioné quitándome el resto de la ropa que tenía, subí y me introducí en la alta bañera, deshaciendo mi trenza.
- ¿Sabes algo de un tal Lyon, Luisa?
La joven sirvienta, sonrió.
- Claro, señorita, es su guardaespaldas.
Viré mi cabeza hacia ella.
- ¿Cómo lo sabes?
- Todo el personal lo sabe, es solo que su padre le pidió que la vigilase de lejos;- se encogió de hombros.- supongo que ya que usted es mayor de edad, le ha permitido que lo haga de cerca. – noté como su mirada se posaba en mi reloj momentáneamente.-Cosas de padres, señorita.- concluyó.
- Ya…cosas de padres.- hablé sospechosa.
- No se enfade con ellos, señorita. Pregunte a sus mayores, seguro que tienen una buena razón para mantenérselo oculto.
Comenzó a frotarme la espalda, dejándome nuevamente pensativa. Moví mi muñeca, observando las gemas pequeñas brillar.
- Es un bonito reloj, señorita.- me dijo con una sonrisa.- No se lo quite nunca, no le ocurrirán nada con el agua, esos relojes son duros como una roca.
La observé asombrada.
- ¿Has tenido alguno, Luisa?
Ella sonrió de nuevo.
- Los he visto, señorita, reconozco la forma del relojero.- tomó el champú.- Y ahora vamos a lavar ese bonito cabello. Le haré un semirrecogido precioso. Va a ser la reina del baile de esta noche.
- No es precisamente lo que me gustaría.- refunfuñé.

- Hágalo por sus padres, señorita, no se arrepentirá.- dijo y continuó con su tarea.



Un besaso, pronto veremos más ;)

jueves, 3 de octubre de 2013

Concurso de otoño en la Guarida del Libro

Hola!!!!
Tengo el honor de deciros, que La guarida del libro, llevado de la increíble mano de Lady Turquesa; va a realizar un sorteo de dos lotes de libros digitales, que son los siguientes:
Si queréis participar, pasaros por este enlace: http://librosqueyaheleido.blogspot.com.es/2013/10/concurso-otono-aja-romantico.html

Mucha suerte a todos y todas!!!

Un regalo que me enamora...

Hola, cuanto tiempo sin veros; hoy vengo a deciros que estoy supercontenta, una buena y entrañable amiga y compañera escritora, me ha hecho una obra de arte sobre Samara, de Samy, sí... ay!!! Me tiene loca!!! ES FANTÁSTICO!! Qué manos tiene esta chica.
Aquí lo tenéis desde varios puntos de vista:


Son impresionantes, no os parece? 
Desde aquí, le doy mil y un millón de gracias a Suleima Toro; la cual tiene un blog de reseñas que os recomiendo, y no solo eso, sino que tiene sus obras en wattpad, y no podeis dejarlas pasar.


Este es el blog: 


y este es su perfil en wattpad, donde podeis ver todas sus historias:


Y me despido con este buen sabor de boca. Muchos besos y nos vemos pronto.