jueves, 19 de julio de 2012

6.- El equilibrio espacio-temporal.



No podía pronunciar palabra, ¿una semidiosa? ¿El espacio-tiempo? Cielos… Entonces… ¿Qué era lo que había comenzado? ¿Por qué debía llegar a casa antes de la medianoche? ¿Por qué…? Me llevé ambas manos a la cabeza, me sentía muy confundida.
Noté la mano de Miguel sobre mi hombro, le miré reaccionando.
-          Señora Ximitxu.- le dijo sonriéndome tierno, como intentando darme ánimos y dirigió su mirada a ella.- ¿Puede explicarnos por qué estamos aquí?
Esa era una de mis interminables preguntas.
La señora Ximitxu nos miró de en hito en hito. Y habló calmadamente.
-          Tu casa, querida niña, no es solo un punto de equilibrio, sino también un sello.
-          ¿Un punto de equilibrio?.- interrumpí curiosa.- Perdone, pero necesito saber de que estamos hablando parte por parte.
Ella sonrió amigable, asintió.
-          Un punto de equilibrio es un punto cero, un punto, un espacio, inamovible, un lugar único en el que la energía es tan mínima que no se puede eliminar; al no poder eliminarse, persiste siempre en el espacio-tiempo sin cambiar.- Nos miró de reojo.- Es un poco complicado, ¿verdad?
-          Bueno… - dije dubitativa.- lo que he logrado entender que es un lugar que no cambia nunca.
-          Exacto, ni en el futuro, ni en el pasado, y tampoco en el presente. Ni en ninguna línea temporal fuera de tu presente. Siempre es lo mismo.- observó a su alrededor.- Mi casa, es un punto de equilibrio. Por eso os dije, que aquí sí podíais soltaros.
Fue Miguel quien se adelantó a preguntar.
-          ¿Por qué no podíamos soltarnos?
-          Porque tú eres un humano, ni siquiera llevas una piedra temporal para sobrevivir al cambio. Samara lleva en los pendientes piedras temporales.- me llevé las manos a éstos, el comportamiento de mis padres iba encajando a favor de las explicaciones.- Si te hubieses soltado por un solo segundo, hubieras desaparecido de la línea temporal, nunca se sabe cuántos años más o menos puede saltar el espacio-tiempo, al menos, hasta que Samara logre encontrar su propio equilibrio. Es más, puede que incluso no estéis en vuestro mundo futuro o pasado, sino en otro futuro o pasado de vosotros mismos.
Nos miramos unos momentos con la boca abierta, ¿otro futuro o pasado? Sacudí la cabeza observándola de nuevo.
-          No lo entiendo, ¿qué quiere decir? Sólo hay un pasado y un futuro…
-          No,- dijo solemne.- si tú vas al pasado e intentases cambiar tu presente, no estarás cambiando tu presente propio, sino el de tu tú existente en ese presente y el de todos los que estén allí en ese espacio-tiempo. Tendrás que buscar a tu yo de tu espacio verdadero, de tu misma línea.
-          Esto es realmente complicado.- comenté atónita.
Mi vecina sonrió tiernamente.
-          Espera, Samy, creo que lo he entendido.- le miré enarcando una ceja.- Imagínate una línea, de su extremo salen tres líneas paralelas, ¿sí?,- asentí.-bien; la línea recta es el punto presente, ¿de acuerdo?.- volví a asentir paciente.-cada línea que ha salido del extremo es una decisión de ese presente, por lo que cada línea tiene su propio presente en un momento determinado: En uno llegaste tarde a casa un minuto…
-          Ese sería tu yo presente.- me dijo la señora Ximitxu de acuerdo con la explicación de Miguel y dejándole continuar con una señal.
-          Exactamente,- seguí escuchando.- en otra de ellas, nos quedamos esa media hora que querías, no nos fuimos del pub. Y en la que queda, llegaste a casa a las doce.- me miró intensamente.- Ahora, tienes que pensar en qué situaciones podríamos estar en ese futuro según aquellas consecuencias.
Suspiré asimilando, lo que él había dicho, solo que ese presente era un pasado, cada uno distinto pero con las tres posibilidades que podría haber escogido, sin duda; Miguel me conocía bien, debía ser cierto que había estado observándome durante todo ese periodo. Sonreí internamente y volví a mis pensamientos principales. Según las explicaciones que me acababan de dar, había otras yo viviendo otras situaciones y así continuamente, porque era una baraja de posibilidades, de acuerdo con eso, en una línea espacio temporal estaría en casa y no hubiese ocurrido nada, en otra estaría… miré a la anciana; ella asintió.
-          Es posible,- me habló como leyéndome el pensamiento.- las posibilidades pueden tener un mismo resultado, más tarde o más temprano, pero pueden tener un mismo destino o una situación similar.
-          ¿Entonces estamos en un futuro?- interrogué aún perdida.
-          En un futuro muy lejano de tu presente, sí.- me afirmó.
Tomé aire y lo solté aliviada al comprobar que ya comprendía algo. Menudo futuro, ¿de dónde habrían salido esas lunas?
La señora Ximitxu se levantó de su sillón.
-          Voy a prepararos un té, os calmará. Seguiré contestando vuestras dudas mientras lo tomamos.
Miguel y yo la observamos alejarse hacia donde debía hallarse la cocina. Mi vista volvió sin querer a Miguel; pronto él hizo lo mismo… me sonrió frágilmente mientras alzaba una de sus manos hacia mi rostro.
-          Tranquila,- me dijo, y noté que lo decía incluso para sí mismo.- saldremos de esta, volveremos a nuestra línea temporal y espacio.
-          ¿Tú crees? No tengo ni un manual de instrucciones para saber cómo hacerlo, se supone que soy una… ¿semidiosa? ¡Oh, cielos! ¿Quién lo hubiese imaginado?- Reí irónica cogiendo su mano, le miré más calmada.- Y te he arrastrado conmigo, y corres el peligro de desaparecer… - suspiré mordiendo mi labio inferior.
-          Fui yo el que tomó la decisión de acompañarte a casa, no fue culpa tuya.- me habló serio. Tomó mis manos entre las suyas.- Todo saldrá bien.
Suspiré de nuevo largamente. La señora Ximitxu regresaba con una camarera. Puso sobre la mesa, que teníamos al lado derecho, tres tazas, un platillo con dulces, un azucarero y cucharas. Tomó la tetera sirviendo el té ella misma pausadamente sin derramar ni una sola gota. Acabando, dejó la tetera en la camarera y se sentó otra vez en su sillón.
-          Acerca la mesa y ponla en medio con cuidado, querido.- dijo dirigiéndose a Miguel con esa voz suave que siempre había conocido.- Gracias.
Miguel había obedecido sin rechistar. Vimos que tomaba su cuchara y abría el azucarero con calma.
-          Serviros, esta va ir para rato. Aún tengo que explicarte cómo has de continuar para acabar lo empezado.
-          ¿Acabar lo empezado?
Ella me sonrió contemplándome detenidamente unos segundos para luego mover su té.
-          Sí, niña, lo empezado. – me observó fijamente y habló seria.- No será fácil, Samara. Y tendrás que ir sola, él- dijo refiriéndose a Miguel.- no podrá ir contigo. Tendrás que ser fuerte o quedarte atrapada para siempre en este espacio-tiempo, y Miguel, encerrado en esta casa eternamente.
¡Diantres! No me dejaba muchas opciones.
-          ¿Qué debo acabar y cómo?- pregunté firme.
Si no lo hacía por mí, al menos debía hacerlo por Miguel; él no se merecía esto. Además, ¿qué pasaría con mi familia, y mis amigos?
Miguel guardaba silencio expectativo de todas mis expresiones y gestos.
-          Has empezado una especie de carrera, Samara. Si eres rápida, conseguirás ganar.
-          ¿Una carrera?
-          Sí, niña. No eres la única que tendrá que buscar su propio equilibrio, hay otros seres, que también conviven en pliegues temporales, que irán en busca de él. Tendrás que encontrar a tu uróboros.- mi cara debió representar todo lo que pensaba porque sonrió divertida.- Sí, cariño, es lo que crees qué es.
Miguel fue ahora el confundido, lo noté y le miré explicándome.
-          Un uróboros es un símbolo, remonta desde tiempos antiguos, incluso aparece en los jeroglíficos egipcios. Es una serpiente mordiendo la cola, supuestamente representa lo eterno, el retorno y la continuidad de la vida.
-          ¿Cómo sabes eso?- me preguntó boquiabierto.
-          Bueno, en mi casa, mis padres tienen un símbolo así, en la mesita de mi madre, una estatuilla con eso dibujado sobre un lado. Pensaba que era la firma de alguien famoso y busqué en internet.- terminé diciendo mientras me encogía de hombros. – Si te fijas, hay sitios en los que aparece, recuerdo la película de la historia interminable… ¿te acuerdas del libro, de su portada?
-          Ahora que lo dices… sí, eran dos serpientes mordiéndose la cola.- asentí.- ¡Claro! Eternidad, nunca acababa.
Le sonreí asintiendo.
-          De ahí que se llamara La historia interminable. Pero… - miré a mi vecina.- ¿a qué se refiere con mi uróboros? ¿Acaso el que hay en mi casa es…?
-          Es de tu madre, querida.- me interrumpió aclarando mi duda. Dio un sorbo a su taza y volvió a hablarme.- Pero tu madre lo selló en esa estatuilla, quería criaros como personas normales, pero… al sellarlo, lo que realmente hizo, fue devolverlo a su lugar. A cambio de esto, toda tu familia debía estar antes de la medianoche en casa, porque tu casa, es un punto de equilibrio y un sello de poder.- me miró fijamente mientras yo escuchaba pasmada.- Por eso es que todo cambió para ti al no volver a la hora indicada. Sólo un miembro de la familia, por generación, puede tener el poder del espacio-tiempo; si tú lo encuentras, todos podréis regresar a más de la medianoche a casa.
-          ¿Y por qué antes de medianoche?- preguntó Miguel sin poder aguantar más la curiosidad.
Agaché la cabeza, me había dado cuenta de cuál era la respuesta. Contesté sumida en mis pensamientos.
-          Porque a partir de la medianoche es nuevo día, un principio, la cabeza del uróboros, y la cola, es esa hora.- descubrí a la señora Ximitxu tomando de nuevo su té y acompañándolo con una dulcecillo de esponjoso bizcocho.- De acuerdo, lo haré, ¿pero cómo lo encontraré?
La señora Ximitxu terminó su dulce y me habló tranquilamente:
-          Con la ayuda del regalo de tu padre.
-          ¿El regalo de mi padre?- busqué mi bolso.- ¡Cielos!,- volví de nuevo a ella.- ¿todo estaba premeditado?  
-          Tu tatarabuela podía ver el futuro. Tu madre lo sabía todo desde el principio, por eso me llamó, ya te lo dije. Tus padres debieron hablar y planearlo todo. No podían dejar que te dieras cuenta de qué iba a suceder, no pueden interferir en el destino, pero sí pueden echar una mano.
Me levanté de mi silla nerviosa y tomé mi bolso abriéndolo. Busqué aquel “regalo” recordando sin querer las palabras de mi padre: “Míralo cuando quieras, es una sorpresa. Llévatelo esta noche contigo”.
Era una caja del tamaño de una base de un vaso, redonda. Rompí el papel que la envolvía y descubrí su contenido casi con ansia.
-          ¿Qué es esto?- pregunté más para mí que para que me oyeran.- ¿Una brújula o un… reloj?
Miguel me buscó con la vista, extrañado y curioso.
-          Ven, Samara, te diré cómo usarla.- me dijo la señora Ximitxu.
Me aproximé hacia ella con aquél objeto en la mano. Era redondo, igual que la caja, al darle la vuelta, vi que tenía el símbolo de un uróboros en forma de dragón. Tenía un color azul metálico, parecía una brújula, pues su interior, que se veía a través de una superficie de cristal transparente, tenía dibujado, sobre un fondo blanco, los cuatro puntos cardinales, pero a su vez, también parecía un reloj analógico, pues tenía sus doce números en cada línea correspondiente… pero no había aguja que indicara nada.
-          Quítate uno de tus pendientes, querida; y ponlo encima del Maât.
-          ¿Maât? ¿Así se llama esto?- Preguntó Miguel con los ojos bien abiertos sin dejar de observar el extraño objeto. Luego rió.- Es increíble.
Dejé aquél regalo sobre la mesa para quitar uno de mis pendientes, el de la oreja izquierda, mientras lo miraba extrañada.
-          ¿Qué es increíble?- pregunté.
-          ¿No lo sabes? Maât era una diosa egipcia, la diosa del equilibrio.
-          ¡Vaya!- exclamé sorprendida.
-          Cierto, esta cosa se llama así en honor a ella.- confirmó la señora Ximitxu.- Pues precisamente, se creó para encontrar el equilibrio,- nos miró- el punto de equilibrio de cada línea espacio-temporal. Y ahora,- me dijo a mí.- pon el pendiente encima y siéntate a observar.
Obedecí impaciente por saber qué sucedería. Puse el pendiente encima de la superficie de cristal. Todos mirábamos aquello. De pronto, el cristal pareció derretirse bajo el pendiente, y a continuación, mi boca se abrió por la sorpresa al ver cómo el pendiente era tragado hacia el interior y el cristal volvía a ser liso, como si nada hubiese ocurrido. Toqué la superficie despacio para cerciorarme.
-          ¿Qué ha pasado?
-          Míralo bien, Samara.- me dijo la anciana. Cogí el Maât y lo observé aún aturdida.- ¿Dónde está indicando ahora tu pendiente?
-          En el centro.- contesté.
-          Exacto, en el punto de equilibrio de este pliegue. Mi casa. Samara,- volvió a llamarme.- Tendrás que salir de aquí, mañana a medianoche, y cambiarás a un nuevo espacio-tiempo,- la escuché seria.- y con el Maât en tus manos, tendrás que encontrar tu propio uróboros, si no lo encuentras u otros lo consiguen antes que tú,- me observó severa y habló lenta.- te quedarás atrapada y nunca podrás regresar a tu hogar.
Tragué saliva bajando la cabeza y rozando con mis dedos el Maât mientras absorbía las palabras que había oído con todo su significado, ignorando el preocupado rostro de Miguel, y el paciente y atento silencio de la señora Ximitxu.
Suspiré largamente, levanté mi mirada observando a Miguel y por último a mi vecina.
-          Lo haré.- dije notando como mi voz temblaba al pronunciar esas simples dos palabras.
Miguel cogió mi mano libre apretándola con la suya, le miré nerviosa, él asintió en un pequeño gesto.
-          Bien. Preparémonos entonces, aún tienes cosas que aprender, pequeña Samy.- habló la señora Ximitxu dejando su taza de té vacía sobre la mesa.


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